martes, 11 de mayo de 2010

Relaciones Abusivas



En los últimos años, conviviendo con amigos que ya forman parejas formales, algunos en proceso de contraer matrimonio, otros con años de experiencia en divorcio, surge un tema muy delicado y observo muchos patrones, alertas rojas que todos, tú, yo, el de la tienda, del que recoge la basura al que hace política en nuestros países, debería tener en mente.

Dependiendo de donde vives en el mundo, te puedes encontrar con estadísticas alarmantes sobre el abuso entre parejas. En México, esta inquietante cifra anda entre el 20 a 30% de mujeres que sufren de violencia en su hogar (Artículo : La Jornada, 15 de Febrero de 2005). Me queda claro que esta mucho más dirigido al sufrimiento de la mujer pero no podemos pasar de ignorantes asumiendo que cierto porcentaje no incluya a hombres también. El abuso verbal y físico en una relación pueden sucederle a cualquier persona, de cualquier edad o raza y nivel socioeconómico. En particular, si la primera relación de una adolescente es abusiva, se establece un patrón muy dañino y con dificultad estas jovencitas superan dicho trauma.

El peor tipo de trauma es cuando el abuso es tanto físico como verbal. Trágicamente los peores casos terminan como un encabezado de nuestros periódicos más amarillistas robándoles de la importancia que deberían tener y el análisis social que como ciudadanos debemos tomar. He escuchado a muchas amigas decir “A mi nunca me tocaría un hombre” o “Como se dejan?” “Que son pendejas, o que?” Pienso que no es tan fácil, ni tan simple. No llega tu pareja un martes por la mañana y de la nada te grita alguna grosería. Supongo que debe comenzar con pequeños comentarios denigrantes acerca de la apariencia, ataques a la inteligencia e incluso valores, que terminan estableciendo un derrumbe gradual de la autoestima de dicha persona. Me imagino entonces que el abuso físico ha de comenzar casi de igual forma. Un jaloncito en el brazo, cierta palmadita o empuje con el cual rápidamente se disculpa y promete que no volverá a suceder. Al poco tiempo la victima se da cuenta que cada vez más tiene que inventar excusas por los vergonzosos moretones que aparecen en su cuerpo. Peor es si se convierten en participe de este juego macabro, devolviendo violencia con violencia, escalando el conflicto y de nuevo, estableciendo un patrón al cual recurrirán a menudo como pareja.

Para estas personas se convierte imposible salir de la relación abusiva. Su autoestima ya consumida y jugando el rol de sumisa o co participe, se crea una dependencia donde su percepción personal se establece a base de la opinión de su pareja. Puede ser la mujer más bella, más flaca o inteligente pero si su marido o novio le dice que es fea, tonta y gorda, así lo asumirá. Su apreciación de auto valor totalmente distorsionado.

Ya que este fenómeno trasciende país o cultura, no estamos aislados los latinos del problema, puedo con cierta seguridad determinar que no se limita, aunque no descarto que influya, el machismo dominante que vivimos en nuestros países latinos. Los ejemplos más claros para mí vienen de fuentes cercanas e incluso personales, un desarrollo enfermo de posesión, una obsesión. Los novios quieren controlar cómo y con quien hablan sus novias, se enojan cada vez más cuando no están ellas listas a ceder ante sus propios complejos de control. Pronto dan ese pequeño pero substancial paso, de limitar la manera en que se visten, comen y hablan, a reacciones violentas no necesariamente dirigidas a la pareja. Ya saben, han visto a hombres que gritan obscenidades a sus parejas por teléfono, quiebran celulares, rompen puertas o le pegan a la pared con sus puños. Mujeres agarrando de a cachetadas a su novio si habla o volte a ver a otra chica.

No son malas personas, supongo que son personas que no saben realmente lidiar con situaciones que están fuera de su control. Lo más fácil para ellos es culpar a la pareja por estas discapacidades de carácter y se convierten en chivos expiatorios o receptáculos de su ira.

En fin, es difícil convencer a tus amigos sobre estas señales o actitudes ya sea víctima o agresor. Entre más tiempo pasa más defienden a su abusador y no existe nada que tú como amigo puedas explicarles para que reaccionen. Lo mejor que puedes hacer es recomendarles ayuda profesional, puede que no te escuchen a ti pero si a un terapeuta.

La influencia machista de nuestras culturas puede estar fomentada en factores que apoyan a este resultado violento. Educamos a nuestros hijos a llevar la responsabilidad absoluta de la familia, se percibe que si falla o no dominan son débiles, les exigimos que impongan, a establecer un dominio sobre su pareja y todo lo que le rodea y a las mujeres les enseñamos a ceder, a ser dóciles, a que si muestran debilidad es lo correcto y esperado, a formar parte de esta jerarquía y apoyar a sus maridos en todo aspecto, cueste lo que cueste. Podemos ver que es un tema delicado y que poco a poco vamos a tener que evaluar, y hallar maneras de introducir estos conceptos en la educación de las nuevas generaciones, sin sacrificar su apreciación de los valores familiares latinos.

No hay comentarios: