
A la edad de diez soñabas con ser alguna estrella de rock o algún superhéroe dotado de poderes maravillosos, llegaste a los dieciocho y algo cambió….ahora, tus sueños, más centrados, más reales según tu criterio, se enfocan a convertirte en un hombre de dinero. Suponías que lo material era el camino a la felicidad. Llegaron tus treintaicinco y tu sueño se ha visto limitado a obtener un buen trabajo, algo estable, o no? Para tus cincuenta tu sueño se resume en algo así como, tener una televisión que funcione?, un carro que no te deje varado a media calle? Para cuando llegan tus sesenta, ya solo estas soñando con llegar a casa vivo, con descansar en cama y posiblemente que mañana no llueva Jajajaja…
Las medicinas? Recuerdas que a tus diez añitos no querías ni tomar esas espantosas vitaminas que tus padres te exigían tragar. Llegaste a los dieciocho y asimilaste que unas cuantas aspirinas después de la típica noche de parranda era necesario. Luego, a tus treintaicinco ya valoras las bondades de ciertos medicamentos y si llegas a los cincuenta te convertiste en todo un experto en el tema. Quieras o no te has convertido en un adicto.

La comida? Cuando tenías diez todo era “déjame probar” o “dame, dame, dame”, a los dieciocho desarrollaste gustos por ciertos platillos, para tus treintaicinco te percatas de que ciertas comidas te suben el colesterol, te dan gas, acidez…o sea, ya no te convienen. A tus cincuenta ya no te importa porque no puedes comer ni mierda más que botecitos Gerber.

Inicias tu vida queriendo salir y conocer el mundo y terminas odiando el tener que volver a salir por el pan o la leche que olvidaste en la tienda de la esquina. Me parece una característica muy notable del ser humano, el nunca estar en sincronía con el aquí y el ahora. Supongo que la felicidad se puede encontrar en ubicarte en cada etapa del proceso.
Eso es la vida, un proceso y lo mejor que podemos esperar es que sea un progreso.
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